¿Ira en los aviones? El motivo está en las diferencia de clases
Si los pasajeros de clase económica se ven obligados a cambiar de asiento de primera clase para llegar a sus asientos, la probabilidad de nerviosismo excesivo es mayor.
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¿Cuál es la causa de los arrebatos de ira repentinos que ocasionalmente plagan los viajes en aviones? No es algo que tengan que ver tan solo con el miedo a volar , ni a la disminución del espacio que suele quedar entre un asiento y otro, y ni siquiera a los retrasos: estos factores pueden contribuir, pero es en la «desigualdad» de clases entre pasajeros donde hay que buscar la causa.
La ira en los aviones tiene que ver con las clases
Tener que pasar entre los cómodos asientos de primera clase (o Business Class) y ver a los afortunados ocupantes bebiendo champán mientras intentamos llegar a un estrecho asiento parece inquietar tanto a los pasajeros menos acomodados como a los que han reservado un asiento más caro: esto es lo que se afirma en un estudio recién publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences .
Investigadores de la Escuela de Administración Rotman de la Universidad de Toronto y la Escuela de Negocios de Harvard analizaron datos de millones de vuelos realizados durante varios años por una gran aerolínea internacional y encontraron evidencia de una serie de estallidos de ira incontrolados, incluidos entre 1500 y 4000.
Ira tanto en primera como en clase económica
El mero hecho de disponer de un asiento de primera clase multiplica por 4 el número de estos «ataques de ira» (peligrosos para la seguridad en altura), que es el mismo efecto que provoca un retraso de 9 horas en el horario de vuelo. Las desagradables consecuencias afectan a todos, incluso a los pasajeros de primera clase. Cuando los que viajan en clase económica se ven obligados a pasar entre los asientos de los «primeros», la probabilidad de enfado se duplica en los pasajeros menos afortunados y se multiplica por 12 en los más ricos.
Otras molestias de las que a menudo se quejan durante el vuelo, como el espacio limitado para las piernas, el tiempo de viaje, el consumo de alcohol o el hacinamiento, no están relacionadas con molestias tan graves. El estudio muestra que incluso las experiencias breves de desigualdad pueden tener efectos marcados en el comportamiento: investigaciones anteriores han señalado que aquellos que experimentan la incomodidad de una diferencia de clase reportan malas consecuencias en la salud mental y el bienestar.
Algo que sucede también en tierra
¿La solución? Para los aviones, es simple: simplemente subir a los pasajeros desde diferentes entradas. Pero el mismo problema también podría afectar a estadios y lugares de trabajo, donde para llegar a tu cubículo tienes que pasar por los «pisos superiores».
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